Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto. – Aristóteles.
¿Qué entendemos por Inteligencia Emocional?
¿Por qué es importante la Inteligencia Emocional?
Gran parte de las decisiones que adoptamos los seres humanos, como seres sociales que somos, no están motivadas por un análisis frío y completamente racional, sino que muy frecuentemente dichas motivaciones presentan un componente emotivo del que no nos podemos sustraer.
Por otro lado, la forma en la que nos relacionamos con los demás dependerá en gran medida de nuestra capacidad para reconocer las emociones ajenas y encauzar adecuadamente las propias con el fin de que el resultado para ambas partes sea satisfactorio.Habilidades que conforman la inteligencia emocional.
De acuerdo con la tesis de Goleman, se pueden identificar cinco habilidades que constituyen la inteligencia emocional: autoconciencia, el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo.
Autoconciencia
- Conciencia emocional
Se define la conciencia emocional como la habilidad para reconocer tus propias emociones y sus efectos.
En definitiva:
- Saber qué emociones se están sintiendo en un momento dado y por qué.
- Comprender los vínculos entre las emociones y sus pensamientos y acciones.
- Entender cómo los sentimientos afectan el desempeño.
- Guiarse por los valores personales.
Ser consciente de las propias emociones, y cómo afectan al comportamiento, es crucial para la interacción efectiva con los demás. Pero también puede ser crucial para la salud y bienestar personales.
Las personas pueden encontrar difícil el autoanálisis de sus emociones, especialmente si las han reprimido durante mucho tiempo. Puede ser difícil para las personas reconocer con precisión sus emociones y aún más difícil comprender por qué las sienten.p>
- Autoevaluación.
Comprender las propias emociones y las de los demás también requiere una buena comprensión de las fortalezas personales, debilidades, recursos internos y, quizás lo más importante, los límites personales.
Puede ser particularmente difícil admitir debilidades y límites, especialmente en un entorno de trabajo competitivo y de rápido movimiento, pero es crucial para la inteligencia emocional y el bienestar propio .
- Autoconfianza.
Finalmente, la confianza en uno mismo significa tener un fuerte sentido de la propia autoestima y no confiar en los demás para la valoración de uno mismo.
Las personas con buena autoconfianza:
- Se presentan bien, y a menudo se describen como carismáticas.
- Están preparadas para expresar opiniones impopulares.
- Toman buenas decisiones fundamentadas en sus propios valores.
- Consiguen un mejor desempeño laboral.
Autocontrol
La preocupación, pues, por gobernarse a sí mismo y controlar impulsos y pasiones parece ir aparejada al desarrollo de la vida en comunidad, pues una emoción excesivamente intensa o que se prolongue más allá de lo prudente, pone en riesgo la propia estabilidad y puede traer consecuencias nefastas.
Si, por una parte, es muy escaso el control que podemos ejercer sobre la forma en que nuestro cerebro responde a los estímulos y sobre su manera de activar determinadas respuestas emocionales, por otra parte sí que podemos ejercer algún control sobre la permanencia e intensidad de esos estados emocionales.
Así, el arte de contenerse, de dominar los arrebatos emocionales y de calmarse a uno mismo ha llegado a ser interpretado como el más fundamental de los recursos psicológicos. Y como ha demostrado una profusa investigación, estas habilidades se pueden aprender y desarrollar, especialmente en los años de la infancia en los que el cerebro está en perpetua adaptación.
Entusiasmo
El entusiasmo, el gusto por lo que se hace o el optimismo representan unos estímulos ideales para el éxito.
El optimismo es una actitud que impide caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades.
Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, lo define en función de la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos y sus fracasos.
Mientras que el optimista ubica la causa de sus fracasos en algo que puede cambiarse y que podrá combatir en el futuro, el pesimista se echa la culpa de sus reveses, atribuyéndolos a alguna característica personal que no es posible modificar.
El mismo Seligman lideró un estudio sobre los vendedores de seguros de una compañía norteamericana: así descubrió que, durante sus primeros dos años de trabajo, los optimistas vendían un 37% más que los pesimistas, y que las tasas de abandono del puesto entre los pesimistas doblaban a las de sus colegas optimistas.
Empatía
La palabra empatía proviene del griego empatheia, que significa “sentir dentro”, y denota la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona. El psicólogo norteamericano E.B. Titehener amplió el alcance del término para referirse al tipo de imitación física que realiza una persona frente al sufrimiento ajeno, con el objeto de evocar idénticas sensaciones en sí misma.
Diversas observaciones in situ han permitido identificar esta habilidad desde edades muy tempranas, como en niños de nueve meses de edad que rompen a llorar cuando ven a otro niño caerse, o niños un poco mayores que ofrecen su peluche a otro niño que está llorando y llegan incluso a arroparlo con su manta. Incluso se ha demostrado que, desde los primeros días de vida, los bebés se muestran afectados cuando oyen el llanto de otro niño, lo cual ha sido considerado por algunos como el primer antecedente de la empatía.
La ausencia de empatía suele ser un rasgo distintivo de las personas con rasgos psicopáticos, que les pueden llevar a cometer delitos u otras atrocidades.
Los estudios han puesto de relieve que buena parte de las diferencias en el grado de empatía se hallan directamente relacionadas con la educación que los padres proporcionan a sus hijos.
De ahí que la clave que permite a una persona acceder a las emociones de los demás radica en su capacidad para captar los mensajes no verbales.
De hecho, diversos estudios han evidenciado que los niños que tienen más desarrollada esta capacidad muestran un mayor rendimiento académico que el de la media, aun cuando sus coeficientes intelectuales sean iguales o inferiores al de otros niños menos empáticos.
Este dato parece sugerir que la empatía favorece el rendimiento escolar o, tal vez, que los niños empáticos son más atractivos a los ojos de sus profesores.
Perseverancia
Decía Lao-Tse que la perseverancia es la base de todas las acciones. Según un trabajo llevado a cabo por la Universidad de Pennsylvania:
- Las personas más perseverantes, las que se marcan objetivos y se esfuerzan por conseguirlos, tienen un riesgo mucho menor de sufrir ataques de pánico, ansiedad y depresión.
- Entrenar la perseverancia ayudó a cerca de 3.300 hombres y mujeres a desarrollar una mentalidad más resiliente.
- Las personas perseverantes se atascan menos en los laberintos de las preocupaciones.
La clave para conseguir esa mentalidad resiliente es marcar un objetivo claro y realista que nos sirva como hoja de ruta. Hemos de tener claro los objetivos que perseguimos y los motivos por los que deseamos conseguir estos objetivos.
Capacidad para motivarse a uno mismo
La definición de la automotivación es darse a uno mismo las razones, impulso, entusiasmo e interés que provoca una acción específica o un determinado comportamiento.
La motivación está presente en todas las funciones de la vida: actos simples, como el comer que está motivado por el hambre, la educación está motivado por el deseo de conocimiento.
Pero cuando hablamos de automotivación es algo diferente ya que es la motivación hacia uno mismo.
El enfoque de la automotivación estará encaminado a mantenernos motivados incluso aunque las condiciones externas parezcan desfavorables.
Para ello hay que adoptar estas actitudes vitales:
- Comenzar bien el día, tratando de organizar convenientemente las tareas más importantes de la jornada para que las realices en primer lugar y destines toda tu energía en ellas. Cuando sientas que estás en control de las cosas más importantes para ti, incrementará tu grado de Automotivación.
- Cultivar el buen humor y positiva tu dialogo interior, huyendo de los pensamientos derrotistas y negativo.
- Acercarse a la gente positiva que te rodea y huye de la negativa.
- Apóyate más en tu reafirmación interna que en la externa.
La inteligencia emocional en los niños.
El desarrollo óptimo de las habilidades personales desde la infancia es una postura fundamental para el bienestar personal y el éxito en la vida profesional y académica.
Es por tanto, esencial enseñar a los más pequeños a desarrollar estrategias que les permitan controlar sus emociones y ganar autoestima y autoconfianza.
- Gestión de la Ira. Los niños más pequeños dependen de afecto de sus padres y con ello adquieren seguridad, pero a partir de los 6 años pueden canalizar su frustración a través de la rabia o la ira. Los padres deben enseñarles a reconocer ese sentimiento y a poder controlarlo a través de la compresión y el cariño.
- Enseñar a reconocer las emociones y de esa manera poder gestionarlas.
- Debemos mostrar a los más pequeños que existen cauces para expresar las emociones de manera no violenta.
- Hay que trabajar la empatía de los niños a través de preguntas que les ayuden a reflexionar como se pueden sentir los demás, del tipo: ¿Cómo crees que se siente el abuelo tras lo que le has dicho? ¿Por qué crees que está llorando tu hermana? ¿Crees que papá está hoy contento?
- Debemos hablar y conversar con los niños de manera que se establezcan cauces de comunicación. Hay que favorecer que en todo momento los pequeños puedan expresarse.
- Se debe fomentar la escucha activa.
Foto de Fondo creado por jcomp – www.freepik.es